Tiene 23 años, estuvo 300 días internada y enfrentó dos trasplantes de corazón: “Volví a nacer”

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Josefa González Román tiene 23 años, es artista, actriz y soñadora, pero por sus anécdotas parece haber transitado mucho más camino. O al menos más intenso, por la cantidad de veces que tuvo que permanecer internada o estar en la lista de espera para recibir un trasplante de corazón.

Cuando tenía apenas tres años, su madre se enteró por “casualidad” del diagnóstico de miocardiopatía dilatada idiopática, y a partir de ahí su vida y la de su familia no volvió a ser la misma.

Pasó un tiempo hasta que a sus 6 años le indicaron que necesitaba el trasplante de corazón.

“Me derivaron de Mendoza a Buenos Aires… Recuerdo que llegamos al Garrahan y tuve que esperar dos años en lista por ese nuevo corazón. Fue entonces el 24 de agosto de 2010 que llegó, y para esa fecha yo estaba muy descompensada”, contó Josefa.

Con ese corazón pudo vivir casi 14 años, hasta que llegó el momento de decidir hacer un retrasplante: para mejorar su calidad de vida y contar con el pleno funcionamiento del órgano. Lo que no esperaban es que también necesitara otro riñón debido a una fuerte falla renal que se fue dando con los años. Fue así como, en agosto de este 2024, fue sometida a una operación de trasplante doble tras una larga espera de más de 300 días (casi un año).

“La realidad es que fue un procedimiento complejo, no sólo la operación del trasplante en sí, también el post. Fue duro el camino, fue difícil, me costó mucho. Tuve muchas complicaciones. Cuando mi corazón llegó, no latía, mi corazón venía de Córdoba, se fatigó en el viaje y el músculo no latía, así que eso conllevó a que me coloquen a una máquina extracorpórea, que lo que hace es cumplir la función cardiopulmonar y estuve conectada cuatro días hasta esperar a que arrancara el corazón por sí solo. Eso me trajo como consecuencia una isquemia cerebral un año después, y me diagnosticaron una epilepsia no degenerativa. Fueron cosas que se fueron dando después del trasplante. Así como tuve ocho rechazos del órgano y otras complicaciones que presenté y por las que tuve que volver una y otra vez al médico”, detalló.

“En estos 14 años pasaron muchas cosas, muchísimas. Pero aprendí a vivir más allá de las dificultades. Han sido años de mucha vida, de una gran oportunidad de volver a nacer. La vida me dio mucho la verdad y estoy agradecida por eso. Porque por ahí se entiende que después del trasplante todo cambia para mal, y no es así”, agregó.

“Tener un nuevo corazón me hizo llenarme de vida, que si bien hay efectos colaterales, hay que tratar de adaptarse, vivirlo con el mejor ánimo y con tranquilidad. Pero me cambió todo: primero la calidad de vida. Antes no podía respirar, no podía caminar, daba dos pasos y me cansaba, no podía jugar. Podía hacer cosas muy limitadas, y con el nuevo corazón llegué a sentirme sana por primera vez, ya que me enfermé de muy chica, y ya me había acostumbrado a funcionar a medias. Entonces todo era nuevo para mí, no sólo a nivel clínico y físico, también a nivel mental”, precisó.

Sobre su situación actual y metas a futuro dijo: “La verdad que estoy dejando que la vida me sorprenda, porque me voy dando cuenta y cada vez que pasan los años lo reafirmo, que el tiempo es algo muy particular. Me di cuenta que planificar la vida no te da certeza de nada, porque en el camino puede pasar cualquier cosa. Me ha pasado de todo, entonces, la verdad que creo que sueño con, primero eso, que la vida me sorprenda, que me lleve para donde quiera y después, tener objetivos, por supuesto. Sueño con poder seguir creciendo en lo que me gusta hacer, poder seguir actuando, trabajando del arte”.

 

 

FUENTE: REVISTAGENTE

 

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