Cómo funciona el cónclave para elegir al nuevo Papa

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Tras la muerte del Papa Francisco, la Iglesia convoca al “cónclave”. El cónclave para la elección de un Papa proviene del latín “cum clave” es decir “con llave”, en referencia a la sala antiguamente cerrada donde se reunían los cardenales y es una institución que se remonta al siglo XIII.

Los primeros papas de la historia

Según la tradición católica San Pedro, el primer Papa en la historia de la Iglesia, fue designado directamente por Jesucristo, luego indicó a sus colaboradores más cercanos quienes se convirtieron en el segundo, tercer y cuarto Papa, estos fueron Lino, Cleto, Clemente y Sixto. Todos ellos murieron martirizados.

Después de estos cuatro primeros papas, los soberanos pontífices fueron elegidos por el clero de Roma, con la participación de la población y la intervención de las principales casas reales europeas las cuales, por poder o dinero, buscaban influir en la designación del jefe de la Iglesia católica. Por esto se estableció el “conclave” para evitar interferencias externas.

Los detalles del cónclave

La elección de un papa comienza con la llegada de los cardenales a la capilla Sixtina a la que ingresan recitando el cántico “veni creator”. Una vez llegados todos, el cardenal camarlengo irá hasta las puertas de la Sixtina y mientras las cierra pronunciará estas palabras: “Extra omnes” es una frase en latín que significa “todos fuera” o “que no quede nadie”. Se utiliza en el ritual del cónclave para marcar el inicio de la clausura de los cardenales en la Capilla Sixtina. Luego cada cardenal hará el juramento con las manos sobre los Evangelios diciendo: “Et ego …cardinalis… spondeo, voveo ac iuro silentium” (yo, … cardenal … prometo, me obligo y juro silencio) añade: «Sic me Deus adiuvet et haec Sancta dei Evangelia quae manu mea tango» (Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano).

Luego todos dicen el juramento en común, pronunciado en latín. Y comienza la elección.

Cada cardenal tiene una papeleta donde escribe el nombre que desea, lo dobla en vertical y lo alza para que todos lo vean. Uno por uno, se dirigen hacia al altar y dice en voz alta: “Testor Christuum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quiam secundum Deum iudico eligi debere” («Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido»).

La papeleta se deja en una patena y una a una se van depositando en una urna. Al comenzar el escrutinio, las papeletas se van introduciendo en otro cáliz.

El recuento se realiza recitando a viva voz el nombre de los elegidos y cada voto se anota en un registro. Los formularios son revisados por tres cardenales antes de ser quemados en una estufa. Si sale humo negro, no hay papa, si es blanco, hay nuevo pontífice. Se requieren dos tercios de los votos de los cardenales electores.

El elegido, una vez dado su consentimiento, es el nuevo Papa de la Iglesia Católica.